Soy autodidacta y en continua formación, impulsada por la curiosidad, la observación y el deseo constante de desarrollo. Pinto desde un lugar profundamente personal, donde cada obra es tanto una exploración técnica como una búsqueda emocional. La acuarela, con su fluidez y su carácter impredecible, es el medio que mejor acompaña ese proceso: me reta, me sorprende y me permite descubrir nuevos lenguajes a través de lo que no puedo controlar.

Me interesa el juego de luces y sombras, los matices que emergen cuando el agua se encuentra con el pigmento, la transformación que ocurre en el instante preciso donde la intención y el azar se cruzan. Es ahí donde nace la magia, donde la imagen deja de ser representación para convertirse en experiencia.